sábado, 8 de diciembre de 2018

El sentido común entre paréntesis


"Las convicciones son quizás enemigos más peligrosos de la verdad que las mentiras". F. Nietzsche.

Días atrás volví a ver "12 hombres en pugna", película de 1957 dirigida por Sidney Lumet. Trata de un jurado que delibera sobre la culpabilidad de un joven de dieciocho años, acusado del homicidio premeditado de su padre. Sólo la primera y la última escena no transcurren en la habitación donde tiene lugar el debate; el resto, prácticamente la película entera, es la discusión de estos ciudadanos, quienes deben entregar un veredicto unánime: culpable o no culpable. En caso de que sea lo primero, la condena es la pena de muerte.

A poco tiempo que los doce hombres se disponen a la tarea, realizan una votación a mano alzada que arroja como resultado 11 a 1: la inmensa mayoría está convencida de la culpabilidad. Sólo el jurado número 8 -representado por Henry Fonda- vota por no culpable.

Así entramos de inmediato en un dramático intercambio de más de una hora, en el que se argumenta a favor y en contra, se repasan las pruebas producidas durante el juicio, se critica al sistema penal y la idoneidad de la defensa, etc., pero, sobre todo, va quedando evidenciado cómo la historia y los preconceptos de cada uno condicionan su percepción de la acusación y, por lo tanto, su voto. El trasfondo, el meollo, es la posibilidad o no de acceso a la verdad de los hechos, el grado de certeza alcanzable.

Me resultó estimulante rescatar esta obra para pensar acerca del posicionamiento que logra sostener el jurado "disidente": el lugar de la "duda razonable". Obligados a decidir en un asunto de vida o muerte, dicho personaje se ubica con escepticismo ante la información recibida, propone su análisis, su crítica, y reclama tiempo para no arribar a una conclusión apresurada.

El término "escepticismo" proviene del griego "sképsis", que significa investigación, duda, indagación. En la película, el caso estaba virtualmente cerrado, la carga de testigos y pruebas materiales contra el acusado era en apariencia abrumadora. Y sólo uno de los doce pudo tomar distancia de ese relato, ponerlo entre paréntesis."Parentetización de la realidad", de los hechos en tanto ellos no son idénticos a su enunciado, que remite a la actitud conceptualizada por Husserl bajo el término "epojé", que significa "suspender". Se trata de una puesta en suspensión de lo que se tenga por válido, por naturalmente evidente, en tanto prejuicio.

Durante el transcurso de la película se va viendo cada vez más claro cómo la seguridad de quienes votaban por culpable echaba sus raíces más en sus prejuicios que en lo concluyente de la presentación del caso. En tal sentido, es significativo notar que los jurados no son llamados por su nombre sino por el número asignado; un anonimato que por un lado asegura su representatividad de la sociedad y por el otro pareciera anular sus singularidades. Y si inicialmente el "sentido común" encarrilaba las cosas hacia un veredicto rápido, cuando se permiten hacer uso de la palabra y se despliega el juego intersubjetivo poniendo el cuerpo (llegan a dramatizar y reconstruir escenas y puntos de vista) lo inmediatamente cierto se resquebraja para dar lugar a la producción colectiva de una respuesta responsable.

“La historia es una verdad que tiene como propiedad que el sujeto que la asume depende de ella en su constitución misma de sujeto, y esa historia depende también del sujeto mismo, pues él la piensa y la repiensa a su manera”[1]. Es decir, la historia –los hechos- como constitutiva de la verdad del sujeto a la par que dependiente de él en tanto la asuma y elabore. En tiempos de bombardeo de información, de viralización de imágenes, noticias y denuncias, de intercambios "agrietados" o imposibles, bien viene procurarse el espacio para rescatar el valor de la duda razonable, cultivar una actitud crítica que interrogue la reproducción automática de discursos, e interpele y desnude los presupuestos del sentido común, de lo que parece obvio y establecido.

Ezequiel Ignacio Molini
Noviembre 2018


[1]Lacan, J. Seminario -1: El hombre de los lobos (1952). Inédito, versión EFBA.


De “la pregunta empecinada” a “la fe que lo empecina”.


A mi hermano Santiago Esteban Molini, extraordinario interlocutor
a quien debo más que la inspiración para estas líneas,
de las que es prácticamente coautor.

Es como enamorado de la música y de la literatura, pero también en tanto psicoanalista, que me cautiva la potencia expresiva de muchas letras de tangos. Reclaman en mí una escucha reflexiva; me invitan a una elaboración lúdica. Este texto es un pequeño archipiélago de citas, un entramado de versos que se fueron convocando; cada enunciado evocó al siguiente con la libre determinación de la memoria que hace cadena de sentido por el sendero del sonido.

“Dentro de mí mismo me he perdido, ciego de llorar una ilusión… ¡soy una pregunta empecinada!”[1], escribe Enrique Santos Discépolo, y responde Cátulo Castillo: “Estás desorientado y no sabés qué trole hay que tomar para seguir. Y en ese desencuentro con la fe querés cruzar el mar y no podés”[2].

Escrituras que tejen un decir certero, lúcido: la identidad como interrogante que insiste, el extravío, la imposibilidad, el desencuentro con la fe. ¿Con qué fe? Quizás con la fe que lo empecina en una lucha que es cruel y mucha, tras el camino que los sueños prometieron a sus ansias[3].

La queja condensa en el tango “Uno” todo el drama del deseo: los sueños (¿quién/qué son los sueños?) prometieron “el” camino, que luego uno busca lleno de esperanzas, con la fe que lo empecina. ¿Qué son esas promesas, si no “promesas vanas de un amor que se escaparon en el viento”[4]?. “Uno está tan solo en su dolor… uno está tan ciego en su penar…”[5].

Partimos de una queja, de un clamor que es constatar esta contradicción, esta paradoja: las ansias, el deseo, van tras lo que ya no está allí. La pregunta empecinada del “viajero que huye [y] tarde o temprano detiene su andar” “guarda escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón”[6], es decir, la fe que lo empecina, fe en una promesa que lo arrojó tras “el” camino, “caminito que el tiempo ha borrado (…) la mano del tiempo tu huella borró... una sombra ya pronto serás, una sombra lo mismo que yo”[7].

El yo es una sombra, un espejismo, una ficción; el sujeto está sujetado a un sendero que insiste y se esconde, que no cesa de escribirse y a la vez se revela inaprensible, que desorienta en su tenaz resistencia de goteo inagotable, porque “como un destino del corazón (…) se vuelve siempre al amor”[8], porque se lo sueña, se lo busca, se le pertenece. Siempre se vuelve, en tanto se recuerda y se repite. Reencuentro con lo fundante que causa: “yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno (…) y aunque no quise el regreso siempre se vuelve al primer amor”[9]. Con la frente marchita, con miedo al encuentro de recuerdos que encadenan el soñar. Se hace imposible “querer sin presentir”[10], con “cicatrices que ya no cierran nunca porque llevan siempre trunca la esperanza de curar”[11].

Si el deseo es un yugo, si no se puede con él ni sin él, si las marcas lo enmarcan, lo encauzan y lo relanzan cada vez, ¿cuál es la salida? “Amargo desencuentro, porque ves que es al revés”[12]: “si soy así, ¿qué voy a hacer?”[13].

“De nuestra posición como sujeto somos siempre responsables”[14]. “Lacan en los Escritos dice la única salida posible es la entrada. La única salida es por la articulación del deseo”[15]: “yo fui viajero del dolor y en mi andar de soñador comprendí mi mal de vida”[16]. Para el psicoanálisis es en la interrogación ante la repetición inevitable, ante las ineludibles huellas, que se puede encontrar un margen de libertad. “El descubrimiento freudiano del inconsciente es lo nuevo en lo mismo. Un análisis no es tanto encontrar una respuesta como desarrollar las preguntas”[17], lo que produce como saldo la construcción de un saber hacer allí, siempre contingente e incompleto. Un saber en acto, en tanto “actuar es arrancarle a la angustia su certeza”[18].

Porque ante “la verdad, que es restregarse con arena el paladar”[19], la “garganta con arena” emociona al tango y lastima su pena si se reconoce en ese “cantar, siempre cantar”[20] que lo condena.

Ezequiel Ignacio Molini
Septiembre 2018


[1] Tango “Canción desesperada”, de Enrique Santos Discépolo.
[2] Tango “Desencuentro”, música de Aníbal Troilo y letra de Cátulo Castillo.
[3] Tango “Uno”, música de Mariano Mores y letra de Enrique Santos Discépolo.
[4] Tango “Naranjo en flor”, música de Virgilio Expósito y letra de Homero Expósito.
[5] Tango “Uno”, música de Mariano Mores y letra de Enrique Santos Discépolo.
[6] Tango “Volver”, música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Le Pera.
[7] Tango “Caminito”, música de Juan de Dios Filiberto y letra de Gabino Coria Peñaloza.
[8] Tango “Vuelvo al Sur”, música de Astor Piazzolla y letra de Fernando Pino Solanas.
[9] Tango “Volver”, música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Le Pera.
[10] Tango “Uno”, música de Mariano Mores y letra de Enrique Santos Discépolo.
[11] Tango “Cicatrices”, música de Adolfo Avilés y letra de Enrique Maroni.
[12] Tango “Desencuentro”, música de Aníbal Troilo y letra de Cátulo Castillo.
[13] Tango “Si soy así”, música de Francisco Lomuto y letra de Antonio Botta.
[14] Lacan, Jacques; “La ciencia y la verdad”, en Escritos 1, Editorial S.XXI.
[15] Casajús Rafael; “Del deseo”; Editorial Letra Viva.
[16] Tango “La casita de mis viejos”, música de Juan Carlos Cobián y letra de Enrique Cadícamo.
[17] Casajús Rafael; op.cit.
[18] Lacan, Jacques; “El Seminario, Libro X, La angustia”; Editorial Paidós.
[19] Tango “Cicatrices”, música de Adolfo Avilés y letra de Enrique Maroni.
[20] Tango “Garganta con arena”, de Cacho Castaña.

domingo, 2 de mayo de 2010

Advertencia

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domingo, 28 de febrero de 2010

martes, 23 de febrero de 2010

El goleador - parte I

- No te rías, no te estoy jodiendo; en serio vengo del futuro. ¡Ahí no existe esto! ¡No hablamos, no nos vemos, no... nos tocamos!
- Ajá, está bien... juguemos a eso si querés. Contame entonces... ¿Qué música escuchan? ¿Hay música?
- Emm... tenemos toda la música que haya sido hecha alguna vez, y después están unos programas que seleccionan canciones o componen combinando sonidos, de acuerdo a categorías que vos ponés. Qué sé yo... por ejemplo, si seleccionás las opciones "rock", "futuro" y "cine", lo más probable es que empiece a sonar "jonnhy b. goode"... o, cuando vuelva y cargue en el programa esta experiencia, este tema que está sonando ahora acá, je... ¿qué es?
- Ja ja ja... "The stars of Tracks and Field", de Belle and Sebastian... Me esperaba algo más loco del futuro... ¿No nos dominan los chimpancés?
- No, no... no existen más. Fue todo eliminado, justamente por miedo a que acontezca algo de eso que decís en chiste. Por eso también vivimos desconectados, en un mundo absolutamente artificial. Todo fue, todos fueron... corregidos. El mundo como lo veían ustedes, si hubiera seguido así, habría terminado antes de que yo nazca. Así que no hay nada vegetal, ni animal, y bueno, viendo cómo se trataba la gente acá, los humanos muy humanos no quedamos tampoco... pero todo es seguro y previsible, no hay peligro...
- ¿Y por qué harías esta riesgosa visita? ¿Me tenés que salvar de algo? Ja ja ja.
- Ja ja no, en realidad fue sin querer... fue un error de cálculo. Yo quería viajar al futuro. A mi futuro, je, al futuro de tu futuro. De todas formas es una buena pregunta, ya hace tres semanas que estoy acá, y no me siento para nada mal, pero me lo imaginaba muy distinto. Por lo que tenía entendido, ustedes se exponían todo el tiempo a las más variadas formas de muerte. Ingestas excesivas, ayunos excesivos, trabajo, ¡sexo! ¿Cómo es eso? ¿Cómo podían hacer... eso? Acerca de eso sí que tengo muy poca información.
- Guau, me preguntaba cuánto tardarías en llegar a ese tema, ja ja ja. En fin, para desilusión tuya, es i-nex-pli-ca-ble. Te recomiendo que hagas una investigación de campo, o una observación participante, como quien dice. Y que no me tomes por tu conejilla de indias. Ya lo fui para personas de tu pasado, mi presente. No more, Jack. Hit the road. ¡Chau, suerte en tu expedición! ¡Saludos a los extraterrestres!
- Pará, pará. ¿Dije algo malo? Es cosa seria nomás, ¿eh? Me parecía. No sé si quiero contagiarme de eso. Sólo me daba mucha curiosidad, lo poco que sé es que eso casi movía toda la vida de ustedes, y no me lo explico. Nosotros estamos tan felices sin esa amenaza...
- ¿Entonces no querés tener sexo conmigo?
- ¡Ni loco! ¡Ni con vos ni con nadie! Sólo quiería averiguar de qué se trataba.
- Ja ja ja, no te creo, pero bueno, si vos decís... sos simpático... es más o menos así: se ponen uno enfrente del otro, y se miran fijo a los ojos un buen rato. Después...
- ¿Más o menos como eso que estás haciendo ahora vos conmigo? ¿Estás tratando de hacérmelo? Por favor te lo pido, me da miedo. Prefiero que no me cuentes, dejá...
- Ja ja ja, no, no, está bien, vos mirá para abajo y yo te sigo contando, ¿querés? No quería asustarte, disculpame. Bueno, te decía, después cierran los ojos, extienden los brazos, y empiezan a recorrer la cara del otro con las manos, tratando de ir descubriendo las particularidades de la cara. Ahí estamos en la fase uno.
- ¿Tenía Fases? ¿Cuántas son?
- Y... según la edad de los que lo hacen, pueden ser entre tres o cuatro y hasta diez.
- ¡¿Diez?! Ahora entiendo por qué les quitaba tanto tiempo y energía. ¿Cómo aprendían todo ese proceso?
- Por ensayo y error, ¡ja ja ja!
- Eh... ensayo y error... ¿qué era?
- Es cuando hacés algo que no sabés hacer y vas corrigiendo tus errores a medida que los cometés, hasta que encontrás la manera de hacerlo bien.
- Asumo que entonces ninguno de los errores podía provocar la inhabilitación permanente de uno para iniciar un nuevo ensayo, ¿no?
- Bueno... en realidad, puede pasar cierto tiempo hasta que quieras volver a intentarlo a veces, sobre todo cuando el error no está en la técnica sino en la fundamentación teórica... je... te lo digo por experiencia...
- Humm... ¿había más de un motivo para hacerlo?
- Ja ja ja ja... pueden ser todos los motivos del mundo... amor, odio, biología, despecho, venganza, ternura, culpa, lástima, dinero, obsesión, placer, poder... lo que sea...
- No conozco nada que pueda cubrir tantos intereses... ¿Y la primera Fase la aprendiste rápido? ¿Tuviste muchos errores?
- Y... es muy difícil aprender a mirarse... y sobre todo, a dejarse mirar...
- ¿Sí? Guau... Eh... ¿Te molestaría probar mirarnos por cinco segundos?
- ¿Estás seguro? Cinco segundos puede ser punto de no retorno...
- ¿Tan rápido evoluciona el proceso? Entonces no, entonces no. Contame la siguiente Fase.
- Ja ja, la verdad es que sos entretenido vos... El próximo paso es... eh... darse vuelta, ponerse espalda con espalda, extender los brazos hacia los costados y tomarse de las manos. Es incómodo al principio, pero cuando lo aprendés, la sensación de contacto es... intensa...
- Qué raro... ¿Se podían hacer mucho daño en esa posición?
- Y sí... imaginate que siguen con los ojos cerrados... si no midieron bien la distancia al intentar apoyarse el uno en el otro pueden caerse, o hacer mal la fuerza y uno golpear al otro con su peso...
- Claro, claro, suena algo muy técnico...
- Ja ja, sí, requiere muuucha técnica...
- ¿Por qué te reís tanto?
- Ja ja ja, por nada... sos tan buen actor...
- Emm... no estoy act...
- Está bien, está bien, me gusta esta charla, sigo con el otro paso, ¿sí? Después de eso... muy lentamente abren los ojos y se sacan el calzado... ¡no! se sacan la ropa del torso... Ah, no, las dos cosas, el calzado y la ropa del torso, sí, así es...
- ¿Cuánto hace que vos no ensayás? Digo, porque hasta ahora no parece muy díficil recordar las Fases...
- Ah bue... ahora apelás a mi abstinencia... ¿se me nota tanto? Ja ja ja.
- No, no... ¿qué abstinencia? ¿Hay algo que dejaste de consumir que te hace olvidar estas cosas?
- ¡JA JA JA JA! ¡Podríamos decir que esto también puede ser considerado un bien de consumo!
- Lo sospechaba...
- Me imagino... Ja ja... bueno, en fin, a veces, a esta altura, ya sucede.
- ¿Qué?
- La posesión final. Es la cuarta fase. Antes dije que había hasta diez porque esta parte se puede repetir tanto como se quiera... o como puedan ustedes, ja ja ja.
- ¿Posesión? ¿Nosotros?
- Y sí... es una especie de pérdida de conciencia, del aquí y el ahora, un arrebato animal, una fuerza visceral que te domina y te conecta con el otro. Todo lo que viene después no te lo puedo explicar... no es que no quiera, es que no sé cómo...
- Guau... eso sonó a vulnerabilidad extrema... ¿Y el "ustedes"?
- Ja ja, sí, eso... Eh... digamos que esa posesión les afecta diferente a hombres y mujeres.... una posesión nuestra suele requerir varias posesiones del hombre para quedar liberadas... y ustedes no logran múltiples posesiones sucesivas con facilidad...
- Ah, o sea que ustedes creían que cuanto más poseído lograba estar uno, mejor.
- Exactamente. Qué rápido que aprendés, ¿eh?
- Creo que sí. Bueno, me parece que me animo a probar tres segundos de la primera Fase.
- Pero... ¿te das cuenta de que, en tu estado de carencia, tres segundos de curiosidad pueden bastar para ser poseído?
- ¿Son muchas las posibilidades de que eso pase?
- A juzgar por tus ganas de chamuyar, no creo... lamentablemente... ¿Cómo podés dar tantas vueltas?
- ¿Qué?
- Nada, nada, ya fue, probemos.
- ¿Acá?
- ¿Te parece mal? ¿No te sentís cómodo?
- Y... me da un poco de vergüenza... Tengo miedo de cometer muchos errores adelante de tanta gente.
- JA JA JA bueno, vamos a mi casa, ¿sí?
- ¿Es seguro?
- Hasta ayer había cucarachas...
- ¡¿Eh?! No, no, entonces...
- ¡Pero dale, era una broma! Vamos...
- Bueno, vamos.

***

- Pensar que varias veces estuve a punto de cansarme y dejarte hablando solo con tu historieta... ¡Menos mal que me quedé! Seis veces... ¿cómo era...? ¡Seis fases cuatro!
- Entonces... ¿lo hice bien?
- Sí, sí, podés quedarte tranquilo...
- Por mi parte, asumo que tenías muy estudiado el procedimiento... ¿me pareció, o no cometiste casi ningún error?
- Ja ja ja, qué hijo de puta...
- Ja ja, ¿tenés un pucho, eh... eh... cómo te llamabas?

jueves, 24 de diciembre de 2009

La gota que

¿Cómo,
con la música que suena todo el tiempo?

¿Cómo,
con los dedos hechos humo?

¿Cómo,
con la muerte anticipando siempre mi huella?

¿Cómo,
con la idea de algo grandioso
alejándose entre las plantas
hacia quién sabe dónde?

¿Cómo,
sin la idea?
¿Cómo,
muriendo?
¿Cómo,
sin los dedos?
¿Cómo,
aturdido?

¿Cómo,
qué través,
qué mientras,
qué desde, qué hasta,
qué sí, qué no?

No hallo el modo entre tanta moda.
A mis preguntas desaparecidas
voz tanta lluvia presta
presta.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Apuntando

Combinaciones posibles de la historia: autorizada / no autorizada, oficial / no oficial. Allí, enfrente, tu memoria corporeizada: tu derrotero, tus personajes, tus escenas. Tu espejo. Tu tierra, tu conquista. Tu derrota. Tus yo, tus tú, tus ellos, tus nosotros. Tus tiempos, tus palabras, tus silencios. Tus gritos. Gratis, tus hitos se acumulan y se hacen densa danza, espeso deseo de más o de menos, de manos, de marcos, de marcas, de mares que demarquen tu comarca.

¿Y tu verdad? Eso, ¿y tu verdad?

Los cuerpos siempre son asesinos. ¿Oíste hablar de la memoria del cuerpo? ¿A quién condenarás a morir en tu historia?